miércoles, 4 de marzo de 2009


El día que te fuiste de mi vida,
vi rodar mi corazón de una forma cruel y despiadada.

Me dijiste ya no te quiero y mi corazón cayó a un precipicio tan profundo, que quise detenerlo, pero no pude hacerlo, simplemente sentí como se partía en mil pedazos.

Mis ojos se humedecieron de inmediato y mis labios gritaron no me dejes, por favor, pero tú sólo te limitaste a decir adiós.

Fueron noches enteras en vela,
llorando lágrimas de sangre,
lágrimas de dolor, lágrimas de impotencia, al ver que no podía hacer nada para detenerte, para que te quedaras.

Mil veces quise tomar el teléfono
y llamarte, pero no pude hacerlo,
pues en mi cabeza, sonaban una y otra vez, como un eco las palabras,
más dolorosas que he escuchado en mi vida, ya no te amo.

Hoy a unos meses de la despedida más triste de mi vida, solo te puedo decir que ya comprendí que nunca volverás, que nunca fuimos el uno para el otro y que las promesas que me hiciste fueron solo falsedad.

Te deseo lo mejor, mi corazón ha sanado, logré unir los pedazos aunque algunos no fueron encontrados, pues solo tu te los has llevado.

Vi rodar mi corazón por ti y hoy sigue latiendo aún sin ti.

No hay comentarios: