domingo, 1 de agosto de 2010


Recordarte es el trabajo más eficiente que me da la razón, encontré debajo de tu piel, el sentido de esta rutina que algunos llaman vivir, esa calle sin salida la única opción, caminar por tu piel fue mi triste perdición, como negar lo que niega la razón, si cuando lo niega lo acepta el corazón, me encuentro con un botón que me deja con la duda, y otro botón que me grita la realidad, que no es real en este mundo de ficción.
No recuerdo la última vez que sonreí, fue un instante mágico, que condensaste con tu mirada, fue la dulzura de cada palabra mencionada, la tristeza de cada caricia olvidada, la soledad acompañada.
Conozco el aroma que dejan tus sueños, el mismo aroma que deja el dolor, albergué la esperanza, que le dio el derecho a la razón de quitarle lo que es del corazón.

Miles de años atrás el hombre ya sabia como había que frotar toscas, piedras una contra otra para darle forma determinada...
El romanticismo nacía dándole lugar a formar la silueta de su amada reflejándose en el sol del atardecer que da un extraño resplandor y viste el mar y las rocas con exóticos tintes de bellos colores
iluminando su mente.
Dando belleza a la escultura con tonos suaves que la naturaleza le brindaba siendo pobres de elementos y luminosa el alma.

Dame un beso más, un beso que sepa decir adiós. Dame un beso que se esfume con nosotros y se guarde en mi pecho de cristal. Ya es hora de partir… un poco tarde tal vez, pero hemos de dejarnos a cada uno por su lado. No es tan fácil para mi amor, pero es lo mejor. Dame un beso más, el más intenso y el más bello, un beso que me hable del amor que hubo entre los dos.

¿Que es lo que tiene tu cuerpo,
que no puedo dejar de soñarte
despertando cada día a mi lado?
Dime si es amor, amor del verdadero,
el desconocido, ese que se siente
una sola vez en la vida...

Confieso que cuando me besaste, aquel 21 de septiembre, mientras en tu pecho jugaba un inquieto y loco aventurero, en mi alma florecieron tus caricias...Y comenzó mi primavera.