martes, 1 de marzo de 2011

Me desacostumbré a tu ausencia.
Me desacostumbré a tenerte lejos de mí. 
Me llenaste de mimos y caricias, de abrazos y nubes de algodón.
 Te desapareciste como un grito al viento, con el mismo grito que clamé tu nombre al cielo, que resonaba en el desierto.
Te busco y no te encuentro, solo en mi pensamiento te veo. 
En tus brazos estaba y me descobijaste.
Ahora, me siento a esperar que regreses por mí.
Sé que lo harás porque lo prometiste, y mi padre me enseñó que un contrato no se puede cancelar.
Te aseguro que te voy a aguardar.

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